En los países más avanzados, las corridas de toros se suprimieron hace más de 200 años. En España, Portugal, Francia y América central todavía perduran, pero especialmente en España, dónde cada verano se torturan y asesinan más de 70.000 toros, en 13.000 fiestas sangrientas.
El profesor Gregorio Marañón afirmaba que "España es el pueblo que ha tenido más guerras civiles debido a la influencia funesta de la fiesta de los toros."
Según
Wikipedia, Carlos III, influido por el Conde de
Aranda, prohibió las corridas de toros en 1771. El pueblo, sin embargo, hizo
caso omiso, y siguió entregándose con entusiasmo a las nuevas figuras del toreo,
que Francisco de Goya recogió en su serie de grabados sobre La Tauromaquia.
Todos los gobernantes posteriores intentaron prohibir las corridas: Carlos IV
volvió a hacerlo en 1805. Tras la Guerra de la Independencia Española, a lo
largo del siglo XIX, surgía con frecuencia en el Parlamento español el debate de
la prohibición. La última vez fue en 1877, cuando el Marqués de San Carlos
propuso a los diputados la prohibición de las corridas de toros. Se rechazó la
propuesta pues se consideraba que sería demasiado impopular: era la época de
Lagartijo y Frascuelo.
Pero además, a fecha de hoy todavía se están festejando las fiestas de algunos pueblos
tirando una cabra desde lo alto de un campanario (Manganeses,
Zamora), o con
peleas de gallos (o jugar a arrancarles la cabeza), poniendo balas fogosas en los cuernos de un toro causándole
quemadas, ensogándolo con cuerdas en el cuello, tirándolo al mar, matándolo a
golpes de tractor, o a jugar a ver quien antes le clava la lanza, o
enfardándolo, causándoles a todos daños físicos y tortura psicológica, y
finalmente la muerte de un pobre ser vivo, cuyo único delito ha sido nacer en un
país de bárbaros. ¿Qué han hecho ellos para merecerse todo esto? ¿Están a nuestra
disposición para que les torturemos? Ellos nacieron con una vida que nadie tiene
derecho a quitarles.
Hoy en día, todo esto está permitido por la ley, está legalizado y se
considera un arte, una tradición, y los autores, los asesinos, son recibidos con
aplausos, se sienten héroes y encima cobran por ello. En españa,
al crímen se le llama tradición.
Ya han sido varias las ocasiones en las que se ha condecorado a un torero con la medalla de las bellas artes, o algo por el estilo. Para poner un ejemplo, hace pocos días salía esta notícia: "Anteayer el Consejo de Ministros le concedió la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Un galardón que el torero recogerá de manos de sus Majestades los Reyes". [
puedes escribir tu comentario en la web del ministerio de Cultura pulsando aquí].A mucha gente todo esto le parece un brutal y descarado maltrato y asesinato,
pero para otros supone una excitación sexual que les lleva incluso a veces a
eyacular en directo al presenciar la muerte del animal. Muchos toreros se han
“corrido” al matar al toro (aunque yo mantengo mi sospecha de que todos son
estériles). Hay toreros que han declarado que han visto al animal llorar ante
suyo. Pero el animal no puede esconderse detrás de una cuadrilla, o juntarse con
otros animales en contra de un torero. El torero si lo hace con el animal.
Todo es repugnante, cobarde y vil en este inframundo maquillado bajo una hortera
capa de lentejuelas y pasodobles.
Adjunto un pequeño vídeo que he hecho:
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"Los asesinos, son recibidos con aplausos, salen a hombros, se sienten héroes y encima cobran por ello". |
Más sobre este apartado:
Aquellos lodos traen estos polvos: Los orígenes de la crueldad en los espectáculos taurinos
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